30 de mayo de 2005

Seaorbiter

Más que en la noticia de hoy, tengo un millón de cosas para hacer, hasta el punto en que me estoy planteando seriamente aceptar la oferta de mi amigo mahendi Irksa y probar suerte en otros campos... y empresas.

Pero sobre ello hablaremos más adelante.

Ahora mismo estoy viendo la noticia del Seaorbiter, cuyo diseño me deja perpleja. Me recuerda a una navecilla que empleábamos en los mares de metano de Titán.




De todas formas, en su página web anuncian la sorpresa para mañana martes. A ver qué se cuentan.

¿Y el fin de semana? Ah, a ver si luego pongo algo. Me encontré a un depredador en la playa de Benidorm, supongo que estaría cazando medusas.

27 de mayo de 2005

Inteligencias

El autor de Inteligencia emocional es Daniel Goleman, efectivamente. El error vino porque a pesar de que en las Sagas Catalanas lo tenía escrito correctamente, al mencionarlo en el viaje con el czarciano, busqué rápidamente un enlace (y luego lo cambié...). Y sucede, como he comprobado yo misma, que existe mucha confusión en la Red al respecto. En multitud de páginas ponen a Daniel Coleman como el nuevo buda del business. Y es que el tal Daniel Coleman también es un psicólogo de los que escriben.




Grabaos esto en mente:

La Inteligencia emocional nos viene a decir que no es más importante el nivel de formación o coeficiente intelectual de la persona para triunfar no sólo social sino profesionalmente, sino otras cualidades emocionales que interactúen con los demás como la motivación, la empatía, el autocontrol o la astucia.



Ya con este parrafito nos metemos de lleno en la mierda de jerga y de concepción del mundo típicamente anglosajón y WASP que a los que sufrimos los rigores de grandes empresas deseosas de triunfar tenemos que acostumbrarnos.

En España normalmente no se mide el coeficiente intelectual, en las ciudades medianas en las entrevistas de trabajo se conversa con los aspirantes al puesto, para llegar a ciertas conclusiones, tanto o más válidas que los test ridículos sobre si se prefiere ser un cordero o un águila. La palabra triunfar, el hecho de no ser un perdedor, es otro concepto asqueroso que, lamentándolo mucho, ya ha calado en las nuevas generaciones: los jóvenes y los empresarios horteras lo emplean.


¿Triunfar en la vida? ¿Y qué dan, una copa y una medalla?


Empatía.

Ser empático con los demás para sacar de ellos lo que se quiere es una estrategia catalana. Oh, cómo te amo y cómo te quiero. Qué bien nos llevamos, que vamos juntos al fútbol después del trabajo o hablamos de compras. Acuérdate de pasarme todos los informes mañana. I love you.




El autocontrol.

El autocontrol parece reducirse al rictus del Jocker. Tengo que sonreír. Tengo que sonreír todo el día. Escuchar memeces con ritmo de ametralladora. Trabajar como una burra mientras la gente se pasea porque falta una hora para salir. Tengo que eliminar de mi cara la mirada de Clint Eastwood que pongo cuando me tocan los cojones. Y si me tocan los cojones es precisamente porque soy más inteligente que ellos, que quedan los fines de semana para juntar a sus hijos: la búsqueda de la endogamia sintomática de la gente simple.


He interorizado el autocontrol para crecer emocionalmente y para no contrariar a mis mandos, a los que sinceramente admiro y aprecio, recordando aquello que aprendí viendo El puente sobre el río Kwai: “¡Trabajar... con alegría!” Hubo una temporada en que me dijeron que siempre silbaba la misma canción. Y sigo.



Las competencias que debe desarrollar una persona triunfadora en la vida, y sobre todo si quiere ser un ejecutivo de los de mentira, es decir, de los que son gilipollas, juegan al golf y no tienen un duro, son las siguientes:

-Liderazgo (Todos tus colaboradores son inútiles...)
-Desarrollo de colaboradores (...así que tienes que intentar que trabajen por ti...)
-Iniciativa (...pero no te duermas en los laureles...)
-Negociación (...porque te pedirán un aumento de sueldo por hacer tu trabajo...)
-Gestión del conflicto (...con lo que les tienes que convencer para que crezcan como personas y se sientan más a gusto consigo mismos. El dinero no lo es todo.)
-Trabajo en equipo (Memo: si dan dentelladas los unos a los otros, no se ocuparán de ti)

Y como conclusión, lo que más odio de todo esto, es que verdaderamente, las empresas que intentan aplicar el rollo de la Inteligencia emocional, dos tercios de ellas que serán empresas medianas, que sin duda lo harán con buena intención. Seguramente piensan, como en el caso que conozco, que es una forma de ayudarnos entre todos, y pagan verdaderas barbaridades de dinero por cursos sobre el tema

Se suele creer que las cosas nuevas que vienen de USA son la panacea, cuando toda la vida lo que se ha apreciado de verdad es tener unos jefes a quienes admirar y unos compañeros que no sean demasiado idiotas.

25 de mayo de 2005

La Voyager 1: rumbo trekkie

(En realidad, la noticia de hoy es el coche bomba de ETA que ha estallado en Madrid. Como pronosticó la San Sebastián a los etarras les gusta negociar por lo alto. Pero esto no es mi tipo de tema, la verdad.)



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La viajera espacial


La Voyager 1 va a salir del Sistema Solar, para adentrarse en lo que los científicos han llamado, en un derroche de imaginación, “la zona final”. Si nos acordamos de la película Horizonte final, pues se nos ponen los vellos de punta. Aunque desde aquí ya digo que no pasa nada, conservemos nuestras toallas.

Busca esta navecilla llegar a la Heliopausa, la zona fuera de la influencia magnética del Sol y los vientos solares, con lo que se prevé que encuentre tormentas magnéticas que analizará y que ayudarán a comprender mejor lo que es el espacio profundo.

En cuanto a cuál será su fuente de energía, nos han recordado que además de los paneles solares, la proveyeron de tres pequeños generadores nucleares.

Y es que antes se hacían bien las cosas.


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"¡Pongan los phasers en posición de aturdir!"


Por cierto,en la película de Star Trek del 79,dos años después de que las Viajeras comenzaran su viaje, la Voyager hacía una aparición estelar.

Tanto la Voyager 1 como la 2 estarán operativas hasta el 2020.

24 de mayo de 2005

Las sagas catalanas I

Esto me sucedió hace año y medio, he buscado en mi diario y lo he pegado. También hay cartas de Limuk, que ya veremos si pongo o no. Viene a colación de mi comentario sobre estas Sagas y El campamento Ewok que hago en otro post. Iré poniendo pedazos. Próximamente en sus pantallas.
Estimados Sentientes:

La semana ha comenzado para mí de la forma más extenuante posilble. Ayer por la noche regresé de un viaje a Barcelona y del Infierno. Por supuesto que cualquier cita laboral sorpresiva sienta fatal en el ánimo de cualquier persona, máxime cuando te avisan un domingo por la tarde de que te esperan a varios cientos de quilómetros en unas horas.

Llegué al hotel donde celebraríamos la reunión. con sólo una escasa media hora para recomponer el tipo, revisar los papeles y tomarme un café para remediar la cara de pan que lucía como consecuencia de una noche insomne. Este hotel de la Ciudad Condal sería el escenario de la reunión a nivel nacional de colaboradores y distribuidores de mi empresa y en la que yo actuaría presentando noticias económicas como para aburrir a Rodrígo Rato. La sala de reuniones díafana, con pantalla y proyector, sistema de megafonía y botellines de agua a discreción fue el lugar que escogí para ordenar mis papeles, aprovechando que ni Cristo osaría arrimar el morro antes de la reunión, dándose todos la anticipada cita de precalentamiento en el bar. Bueno, y ahí viene lo peor. Me encontré con mi ex novio. Más bien me encontró él a mí.
Mi ex me sorprendió mientras intentaba, sin demasiado éxito, encontrarle cierto sentido a unas comparativas que había preparado el día anterior de madrugada, cuando ví aparecer un pantalón de chándal de microfibra ante mí. Al levantar la vista, me saludó, con una gran sonrisa y con la misma naturalidad que si ayer mismo hubiéramos estado hablando del sentido del Universo. No se notó demasiado mi turbación, por demás momentánea, porque me hice la distraída mientras recogía las comparativas y los ratios del suelo en una bonita imagen estilística. Tras preguntarle lo más amablemente que pude el motivo de que se encontrara precisamente allí, me anunció que venía por nuestra reunión. En concreto, para la sesión de la tarde. Desengaché mi mandíbula justo a tiempo para inquirir más sobre la cuestión, puesto que no veía la relación en absoluto entre una reunión de cuentas de mi empresa y su persona. Mi jefe, después de haber leído "Inteligencia Emocional" (sí, sí, Coleman), decidió que un training de grupo era lo que hacía falta para encaminar los pasos de la empresa hacia la excelencia.
Mi sorpresa, estupor y sobresalto fueron mayúsculos, aunque menores a los niveles de adrenalina que estaba generando salvajemente. Intenté sosegarme, pero las cachas y el aspecto saludable de mi interlocutor, unidos a su diplomática y postiza forma de hablar ("que buen tiempo hace, qué hotel más bonito, estás más delgada, ect.") dificultaban el buen término de tan titánica tarea. Gracias sean dadas a los dioses, mi teléfono móvil empezó a sonar de forma harto hortera, y yo, para no ser menos, lo cogí con la impaciencia de cualquier Ally Mc Beal de tres al cuarto. Hay momentos en los que una se odia verdaderamente a sí misma. Era Limuk, mi enfado se templó momentáneamente. Le conté cómo estaba el patio, y le informé de que sí, había llegado bien del vuelo. "Ánimo, guapa". Así, esperé hasta la tarde para darle rienda suelta a mi furor.

(CONTINUARÁ)

23 de mayo de 2005

Escaner perverso

O las gafas del doctor Slump en USA, ésas que permitían ver a la gente sin ropa.

O más bien un escáner en los aeropuertos que te deja tan clarito para el guardia, que éste puede si te han realizado una mastectomía, o un implante de pene (sic.).

Una noticia aburrida. La he tirado en el contenedor de la basura, y me he puesto otra vez a bucear en la página de la NASA.

22 de mayo de 2005

De viaje


El viernes os hablé de la reunión, para acabar consolándome de ella diciendo que me iba de fiesta...

Cada cierto tiempo quedamos unos cuantos amiguetes para llorar por nuestro exilio autoimpuesto en este mundo que nos pilla tan lejos. Me regodeaba pensando en la fiestecilla que nos íbamos a meter el viernes por la noche mientras conducía mi coche hacia la estación. Hay que joderse, los malditos vehículos que se gastan aquí. Puedes correr a doscientos por hora, pero la ley no te lo permite. Es algo así como tener novio y salir con minifalda.

Me iba a Madrid en tren.

En la estación de *** me aguardaba una sorpresa: un czarciano vestido de seda negra y con gafas de sol que me saludaba afectuosamente después de venir corriendo a mi encuentro. Yo le seguí la corriente, porque a pesar de que su cara me sonaba, cosa nada rara porque el modelo que gastaba es un clásico de los ochenta, no podía entender de qué narices conocía yo al tipo aquel.

Al minuto me di cuenta de que no iba solamente borracho, sino puesto de polvo de ángel hasta la coronilla de su cabeza de gatazo de cuarenta años y coleta llena de canas. Fui siguiéndole la corriente, inventándome las respuestas y sonriendo mucho, hasta que me enteré por fin de quién era: el camarero y dueño de un bar al que iba yo cinco años atrás, ex-jefe de mi antiguo novio, un androide nerk hipermusculado que había venido aquí a estudiar kárate y había acabado seducido por las técnicas de asertividad de Coleman. Pero ésa, y la de Sagas Catalanas en el Campamento Ewok, son otras historias.

Aguantar a un czarciano espídico dentro del mínimo espacio de un tren de grandes líneas durante tres horas es un suplicio difícil de soportar. Trasegó cuatro whiskys, tres cervezas, golpeó la barra de la cafetería varias veces con la frente, cayó en el vagón de al lado al abrirse las puertas, insultó al camarero y a las azafatas, se puso a discutir con tres empresarios árabes que se estaban riendo de él, se empeñó en echar al pobre chico que iba a mi lado para sentarse conmigo y, finalmente, después de fumarse un porro en el cuarto de baño, se quedó dormido. Llevaba tres días sin dormir, y además esa misma tarde le había fastidiado dos costillas entrenando taek-wondo.



Aspecto aproximado de mi compañero de viaje



A pesar de tener su mole casi encima mío, de no poder escribir, de querer ir al baño, me pasé tres cuartos de hora sin apenas moverme, temerosa de que el czarciano se despertara. Quién sabe qué sería capaz de hacer a continuación. Su conversación era inagotable e inteligible, pero la acompañaba con una sonrisa y numerosas muestras de afecto hacia mí, su amiga de toda la vida, la mejor amiga del mundo y la mujer más guapa de todo el pasaje (algo que hizo saber, además de otras groserías referentes a su aspecto, a la ecuatoriana que iba sentada en el asiento contiguo).

"Vuelves el domingo, ¿no?" .
"Eh... sí" asentí.
"¡Pues a ver si hay suerte y nos vemos!".


¡Rajado jar!


20 de mayo de 2005

Reuniones

Siempre añoro la Facultad de Periodismo Intergaláctico cuando me obligan a ir a reuniones de trabajo. No es que tenga que ver mucho una cosa con la otra, pero verdaderamente no hay nada que odie más que estar sentada cuatro horas, con el trabajo acumulándose encima de la mesa, para que venga un experto de lo que sea y nos dé la brasa.

En general, el encargado de impartir el curso me suele caer bien. Siento simpatía hacia los profesores, desde siempre. Tenía un profesor de AZ5867, un Xí'i baboso y maloliente, que solía expelir tremendas nubes de metano por sus branquias emplumadas cada media hora, más o menos, y a pesar de que es bastante arriesgado convivir con un Xi'i, sobre todo si se fuma, yo siempre sentía simpatía hacia él, como aún se la mantengo. Pedomoc, que en realidad tenía un nombre tan largo que tardaría tres días en escribirlo, era un crack. Experto lanzador, y no sólo de pedos. Tizas y micros solían dirigirse hacia la cabeza o cabezas del incauto que se atreviera a dejar de prestar atención en sus clases. Querían expulsarlo por comportamiento impropio de un profesor el día que nos dejó encerrados en clase durante una prueba de incendio. Yo creo que se pasaron con él, al fin y al cabo pensaba que lo habíamos provocado nosotros para escamotearnos la lección.

Mis compañeros empiezan a arrastrar las sillas para ponerse en círculo. Ays, al menos es divertido tratar con alienígenas. Los terrestres son en general aburridos. Tendré que sonreír, y hacer lo que ayer me aconsejó Graupe, un librero de viejo amigo mío, además de Berserker aficionado a la literatura erótica: pensar en diferentes fantasías sexuales a cada tontería que digan. Por ejemplo, "mi hija deja la ropa tirada por ahí", pues imaginarse el tipo de ropa que sería. Claro, que en mí ese tipo de interés no es tan acusado, lo normal, y además, mis compas no pueden decirme menos en ese sentido. Así que pensaré en rimar con palabras malsonantes.

Asertividad, ésa es la clave. ¿Con qué puede rimar asertividad?

Y pensar que esta noche tengo una fiesta con otros desterrados... ¡viva!